Una luz mortecina previa al amanecer comienza a rajar las cortinas. Salgo de mi cálida habitación y me dirijo absorto hacia el borde de la barandilla. Coloco mi trípode y apunto con la cámara hacia esas montañas oscuras y abruptas en cuyas profundas gargantas se escondió durante mil años uno de los secretos mejor guardado de Oriente Medio: la capital nabatea, la mítica Petra.
Fotos de Jordania y texto:
Texto A. De Cara.
La luz no acompaña, nubes arrastradas por el viento tropiezan con las montañas de Wadi Musa y cortan los primeros rayos de sol, pero ante mí el espectáculo de un paisaje semidesértico, con llanuras amarillas y montañas rojizas y marrones aseguran un festín para los ojos y la cámara… Pero ni rastro de la ciudad perdida. Ni prismáticos, ni teleobjetivo consiguen desvelar un ápice de sus monumentos. Comprendo que estuviese tantos años oculta.
El tiempo pasa y el sol solo consigue atravesar en pequeñas dosis los escuetos claros del cielo blanco. Mis dedos se están quedando congelados… Es el frío sin piedad del desierto, ese que se te mete en los huesos cuando falta el sol. Pero presiento que el sol romperá el telón de nubes y azotará la superficie dentro de unas horas, así que bajamos de la montaña donde está el hotel, por la carretera de Wadi Musa. Unos metros separan esta población, que aporta la mayoría de los servicios turísticos, de la entrada del complejo declarado Patrimonio de la Humanidad.
Este viaje ha sido realizado con la colaboración y apoyo de Dahab Travel y de su personal en Jordania y España. Dahab Travel son expertos en Egipto, Jordania, Siria e Irán. Esta empresa española es referencia obligada antes de escoger un viaje a uno de estos países. Sus servicios abarcan: completos circuitos, rutas por el desierto, buceo en el Mar Rojo...
Tras la entrada, a unos 50 metros los beduinos ofrecen sus caballos a los visitantes, para que se sientan como los romanos conquistadores, cuando entraron en la ciudad. Pero yo prefiero bajar andando, me quiero deleitar con el camino, sin estar sujeto a los caprichos de animal o cicerone.
Unos 400 metros mas abajo, a la sombra de mi izquierda, aparece la primera construcción inequívocamente nabatea. Es una fachada esculpida en la piedra tocada con unos pilares en forma de altas chimeneas. Frente a ella existen unos cubos u obeliscos de grandes dimensiones. Empiezo a sentir la palpitación de mi corazón por lo que se aventura. El sol que ha conseguido romper definitivamente el telón de nubes y el calor comienza a amenazar.
A unos 1000 metros de la taquilla el camino se angosta. Los barrancos de alrededor son de tierras coloridas y a la derecha, al fondo, hay unas rocas amarillas de forma redondeada que parecen helados de vainilla derritiéndose en las manos de un niño.
Yo, sin embargo, no puedo quitar mi atención del escueto paso que se presenta frente a mis ojos. Aquí descabalgan los jinetes, que en el Siq solo está permitido el paso de monturas que lleven a impedidos físicos. El Siq es claustrofóbico, las paredes miden mas de 100 metros de altura en algunos puntos y solo tienen un par de metros de ancho. Una espléndida muralla natural que solo el ingenio romano consiguió franquear.
El sendero del Siq tiene un kilómetro y medio, de rincones de sorprendente belleza, siempre flanqueados por canalizaciones nabateas de agua que daban de beber a la ciudad. Las mismas que los romanos cortaron para obligar a sus sedientos habitantes a rendirse bajo el águila de sus legiones.
Una sensación de frescor de cueva corre por el camino serpenteante. Miro hacia arriba y veo bellas rocas de colores, el sol que se refleja en mil formas en el hueco y entre las ramas de las higueras. En un punto el Siq adquiere un poco mas de anchura y aparecen algunas urnas y pequeñas deidades nabateas, del tamaño de un cuadro y excavadas en piedra anaranjada. Los pies de un camellero a tamaño natural, algunos templetes… A cada ensanche y recodo espero encontrar el más famoso edificio de la ciudad.
Junto a mí pasa un carro con unos turistas muy mayores. Se interna en el siguiente recodo, descargo un par de fotos e intento una pequeña carrera para coger otra más… aquí las paredes son mas oscuras, estrechas y altas. Comienzo a escuchar un rumor de gentes y por fin aparece: una grieta deja ver el Tesoro o Khazneh.
Mi corazón palpita ante la vista de su fachada iluminada por una luz cálida No puede uno quedar impasible ante tan inexplicable belleza, en ella que se sintetizan Petra. Me siento en un banco de madera a apenas 4 o 5 m de la salida del Siq. Y lo observo con admiración, sin prestar demasiada atención a las gentes de la explanada que se abre frente al edificio: grupos con guías, vendedores de recuerdos, beduinos ofreciendo paseos en camello…
Existe controversia sobre todo lo que rodea el edificio, quien lo mandó construir, su propósito. Se desconoce incluso la fecha de construcción, calculada solo vagamente entre el siglo I A.C. y el II D.C., lo que no se discute es su maravillosa y armónica ejecución., nabateo en su mayor parte, pero manifiesta influencias egipcia, asiria, helénica y romana. Uno cae en cuenta de sus dimensiones (30 m de largo por 43 m de alto) cuando lo pone en relación con sus diminutos y boquiabiertos visitantes.
Desde que el explorador suizo Johan Ludwig Burckhardt la redescubrió para Occidente en 1812, la ciudad brilla por su original y misteriosa belleza. Imagino su excitación cuando atisbó tan impactante obra de la antigüedad.
Los turistas y comienzan a bajar por el barranco que se abre a la derecha, hacia las demás maravillas de la ciudad esculpida: los cientos de tumbas y templos, las tumbas reales, el anfiteatro, la ciudad romana, el Monasterio… con ellos se marcha el bullicio.
Ahora me dirijo al edificio, casi solo en un ambiente de solemnidad, el guardia beduino, con su tocado, elegante y colorido uniforme y bandolera con balas al pecho, me mira sin mucho interés… parece estar deseando que llegue la hora del relevo.
El interior es frío y rectilíneo, pero las vetas rojizas, azules y amarillas de la roca en la que se talló le dan un aire de cuadro surrealista de Dalí. Vuelvo a la explanada para observarlo una vez más… despierto, me estoy retrasando. Petra aún tiene mucho que ver... y el sol comienza a apretar.
Este viaje ha sido realizado con la colaboración y apoyo de Dahab Travel en Jordania y España. Dahab Travel son expertos en Egipto, Jordania, Siria e Irán. Esta empresa española es referencia obligada antes de escoger un viaje a uno de estos países. Sus servicios abarcan: completos circuitos, rutas por el desierto, buceo en el Mar Rojo...
Agradecer por último a Dahab Travel, a su personal en España, a sus conductores y a sus guías en Jordania, su apoyo y sus consejos, que tanto nos han ayudado en nuestro viaje.
Posted by spainsun on Thursday, January 01, 1970 (00:33:25) (8574 reads)[ Administration ]