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Peru: Diario de un Navegante › La primera etapa del Viaje
Peru: Diario de un Navegante
La primera etapa del Viaje Textos y Fotos: A. De Cara. Perú es una tierra rica en contrastes donde se dan climas tan dispares Así mismo su legado pre-hispánico nos ha dejado restos arqueológicos Todo esto hace que Perú sea un destino de interés preferente En lo cultural se observa la misma variedad, incluso en una misma ciudad se entrecruzan barrios marginales y opulentos; cultura occidental, indígena, criolla, oriental… Igual mezcolanza se observa en su gastronomía, una de las más ricas y desconocidas del mundo, en la que sobre la base española e indígena, se han superpuesto otras influencias. En las siguientes líneas voy a exponer un resumen de mi diario peruano en su primera etapa. El aeropuerto de Lima es bastante moderno y un magnífico enlace hacia cualquier punto en Perú o Sudamérica. No paguéis mas de 25 Soles por un trayecto a Miraflores o al Centro (a fecha de 2001 y con un poco de regateo). Lima es una ciudad sorprendente, con barrios de inmensa pobreza que llegan casi hasta el corazón de la ciudad vieja y otros de estilo actual, con rascacielos y modernos centros comerciales, donde la seguridad es superior a la de cualquier ciudad europea. Me hospedé en el Hotel Señor de Sipán (muy ruidoso) en el Barrio de Miraflores y comencé por conocer el lujoso barrio. Sus vistas al Mar son geniales y el Parque Kennedy es bastante alegre y un lugar magnífico para observar el devenir de los limeños. La ciudad tiene un extraño clima, casi siempre nublado, pero no llueve, es una neblina húmeda y fría que dura durante meses. Cuando el sol sale pica en la piel como corresponde a un lugar cercano al ecuador geográfico. Peor durante la noche el frío húmedo hizo que maldijese un par de veces a mi amigo peruano que me convenció de que me dejase mi jersey gordo en Madrid. De Lima salí hacia Pisco, por un paisaje desértico. Me hospedé en "La Posada Hispana" un hotel con encanto y donde el trato es amigable, especialmente por Joan (el propietario, español experto conocedor de Perú que os puede ayudar) y magníficamente atendido por Lucía. Las Islas Ballestas y Paracas valen la pena. Es una lástima que las lanchas de los turistas planeen a gran velocidad por una zona protegida, poniendo en peligro a los leones marinos y otras especies de alto valor ecológico. La excursión para ver los restos de la cultura de Paracas es muy interesante. Se come muy bien en el Muelle (un pequeño restaurante local, limpio y barato). Las pastelerías son sorprendentes, lo cierto es que estaba comiendo tan bien que hasta empezaba a engordar. La gastronomía de Perú tiene unas profundas raíces hispánicas e indígenas, aderezada con rasgos asiáticos y una excepcional calidad y frescura de los alimentos naturales. Estas magníficas bases dan como resultado una cocina excepcional, a un precio ridículo en cualquier rincón del país. Cojo un minibús de línea con gentes locales y me dirijo al interior. Tambo Colorado son unos restos de un puesto de control en las rutas del imperio incaico (a unos 50 Km. de Pisco), en buen estado de conservación, pero mal protegidos. La excursión dura una mañana y por la tarde visito el museo local y paseo por la playa y por las calles del centro. Nunca se está mas acompañado que cuando se viaja solo. Siempre que necesitas una indicación, un consejo o una aclaración, los peruanos se desviven por ayudarte, sin agobiarte como en otros rincones del planeta. Sin quieres soledad, también son muy respetuosos. Viajé en un autobús de lujo entre Pisco y Arequipa. El viaje dura toda una noche. Distintas compañías fletan este tipo de autobuses y recorren Perú de esquina a esquina, día y noche, con un servicio inmejorable pese a las pobres infraestructuras del país. Son además un modo de ahorrar tiempo y dinero en hoteles, siempre que seas capaz de dormir en marcha. Arequipa, la blanca, es una ciudad de clima agradable y gentes acogedoras, situada a mitad de altura entre altiplano y costa es un lugar agradable para comenzar la aclimatación a la altura; mientras se disfruta de la belleza de la ciudad colonial o se engulle un "cui" asado (especie de rata de indias de carne blanca). Sus monumentos más destacables son la catedral y el monasterio de Sta. Catalina, lugar de recogimiento de las hijas de la aristocracia criolla e hispana. El museo de la su reputada Universidad posee una magnífica colección de momias y restos arqueológicos precolombinos. Esta ciudad cuenta con una animada vida nocturna. Mi alojamiento fue en el hotel "Mi hamaca" un alojamiento céntrico, limpio y moderno, por unos 20 Euros. Es un buen lugar para comprar prendas de alpaca de buena calidad (jerseys chaquetas, etc.) para el frío altiplano. Para llegar hasta el Cañón del Colca, ascenderemos por una carretera retorcida hasta unos páramos donde se comienzan a sufrir el mal de altura. Allí se pueden ver llamas y rebaños vicuñas pastando en unas lagunas casi heladas. El té de mate de coca combate el mal de altura de un modo muy rápido.
Descendemos hacia el cañón posee como atractivo iglesias coloniales, restos arqueológicos, una abundante población de cóndores y aguas termales. Después del duro camino, nos dimos un baño reparador en un balneario hasta bien entrada la noche, con el cañón de fondo. Degustamos la carne de llama, baja en grasa, muy prieta y sabrosa. De vuelta a Arequipa, saqué un billete en un autobús de lujo diurno a Puno, el viaje duró unas 16 horas, pero los paisajes valieron la pena. Primero bajamos hacia la costa, luego nos dirigimos al sur casi hasta la frontera con Chile y desde ahí comenzamos una ascensión interminable, con unas imponentes vistas tanto si dirigías tus ojos hacia arriba o hacia abajo. De pronto se acaba la ascensión y llega el páramo del altiplano. Aquí las condiciones climáticas y de vida son muy duras. Alcanzamos el lago Titicaca con la tarde bien entrada, muy cerca del paso fronterizo con Bolivia, dentro de unos días yo cruzaré ese mismo paso. Aquí numerosos viajeros descienden o suben al autobús. De nuevo en marcha bordeamos el lago hacia el norte, pasando junto a pueblos coquetos cuyas iglesias me recuerdan a las de Extremadura. Los indígenas siguen apegados a sus tradiciones. Al caer la noche alcanzo la fría ciudad de Puno y busco hotel. Los precios, en comparación con el resto de Perú, son altos. Al día siguiente contrato dos excursiones en una agencia local, una a Sillustani y otra a las Islas de los Uros. Aprovecho la mañana, para conectarme a Internet y actualizar algunas cosas de mi correo. Sorprende la difusión de Internet por todo rincón del Perú, el esfuerzo inversor de Telefónica y los precios altos en comparación con el nivel de vida del país. Existen locutorios con ordenadores hasta en pueblos de la selva amazónica. Sillustani es un lugar arqueológico donde existen numerosas altas torres en piedra con funciones astronómicas y funerarias. El lugar rodeado casi completamente por el agua tiene un cierto encanto. Los Uros son unas comunidades indígenas que viven y trabajan sobre unas islas flotantes construidas con plantas del propio lago. Las embarcaciones con las que pescan y se desplazan son del mismo tipo de caña. Termina mi primera etapa por Perú y me dirijo ahora hacia tierras bolivianas, sin abandonar el lago. Cruzamos en una barcaza a la orilla. Mi primera visión es un cartel de la marina boliviana reclamando el derecho a su perdida salida al mar. Vuelvo mi mirada hacia Perú con nostalgia aunque volveré dentro de un par de semanas, pero siento excitación por el camino que se abre ante mis ojos.
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